Un
cuento de hadas que comienza en navidad. Por Johan Lightman.
Era navidad
pero hacía ya tiempo que en casa no celebrábamos nada, pues no
había nada que celebrar. Bueno, no celebrábamos ningún tipo de
fiesta en casa; hacía tiempo que perdimos ese entusiasmo. Ahora me
encontraba en el sótano donde estaba Andrei en su letargo, salía
poco del sótano o de la mansión. Amelia insistió en comprar una
con muchas habitaciones pese a que fuéramos pocos, tenía la
esperanza de que algún día se llenara de más gente o invitados.
Subí las
escaleras entrando en la cocina estaba todo muy silencioso, no
estaban en casa, por lo que aproveché en subir a mi habitación y
darme una buena ducha. Cuando salí seco y desnudo, abrí el armario
para buscar algo que ponerme, yo también iba a salir. Me puse un
bóxer de color negro, calcetines negros, unos jeans desgastados y
ajustados, una camiseta interior, una camiseta normal y un jersey
todo negro, no me gustaba tener nada en color, pero si camisetas con
estampados de logos de grupos de música. Cogí un abrigo marrón
oscuro con gorra que llevaba una especie de pelusilla que abrigaba.
Me lo puse caminando por el pasillo, cerré bien la cremallera y
cuando estuve en la puerta de la entrada estaba nevando por lo que
cogí mi paraguas negro y salí a fuera cerrando la puerta.
Me fue bien
ir paseando hasta la ciudad, nuestra mansión estaba algo alejada de
las calles comunes. Era media tarde pero parecía que no había nadie
por la nieve que caía, yo la verdad es que no me importaba mucho que
no hubiera gente, así me ahorraba las miradas que caían sobre mi.
Termine por llegar a un parque para niños con columpios, me acerque
a uno de ellos, aparté la nieve y me senté, como el paraguas no
cabía muy bien lo cerré y me puse el gorro, igual parecía que ya
había dejado de nevar.
Al comenzar
a mover un poco el columpio alcé la mirada del suelo nevado al notar
a otro vampiro cerca. Estaba en la entrada y parecía mirarme
fijamente por lo que ladee la cabeza tenía un aire salvaje que hacía
que se me calentara el cuerpo aunque estuviera falto de sangre. Ni
siquiera me había dado cuenta de que había oscurecido, tal vez por
eso se me había quedado mirando, no tenía ni idea. Suspire cerrando
los ojos y volví a mirar hacia la nieve y moviendo el columpio
conmigo. Al alzar la mirada para verle de nuevo esta vez vi que había
terminado delante de mí pero lo justo para vernos bien. Me levanté
de un salto algo sonrojado, era un juego para niños por lo que se
suponía que yo no tenía porqué estar sentado en él.
Seguí
mirándole fijamente ya que ninguno de los dos parecía tener la
intención de hablar primero, por lo que suspire de nuevo. El calor
pareció subir un poco mas, parecía como si tenerlo mas cerca
provocaba aquello, pero no sabía muy bien del porqué, era una cosa
extraña. Moví mis ojos en su figura, quería verle mejor. Cabello
largo hasta los hombros, un poco ondulado y negro. Sus ojos eran
morrones casi negros, iba abrigado para parecer humano, su ropa igual
era negra como la mía, estilo roquero. Mordí mi labio inferior
moviendo un poco el piercing que tenía en el centro de este. El
vampiro desconocido parecía que tuviera ganas de tener sexo, me daba
la impresión de que yo sería la cena. Sonreí de lado aun sin
atreverme a hablar, hacía años que no hablaba con desconocidos, al
igual que con las chicas de casa.
“¿Quieres
venir a mi casa? Pareces perdido.” Al escuchar su voz todo mi
cuerpo tembló por un escalofrío. Tenía que dejar de hacer eso, no
era bueno. Vi que había tendido su mano hacia mí por lo que terminé
por fruncir levemente el ceño, no sabía muy bien si sería bueno
para mí ir con un desconocido a su casa. Pero sin darme cuenta me vi
tomando su mano aceptado ir con él, no necesitaba hablar mucho, pues
no lo veía muy necesario. Pero volvió a invadirme un calor por todo
el cuerpo desde su mano, le mire frunciendo el ceño levemente, entre
medio de la bufanda podía verle un tatuaje que me pareció una
calavera en el pecho y unas letras, sonreí levemente, “¿Vamos?”,
susurre y él comenzó a caminar por lo que con el paragua en la mano
me puse a caminar con él.
No se me
ocurría muy bien qué podía decir mientras íbamos a su casa, pero
él tampoco parecía muy dispuesto a hablar. Le miraba de vez en
cuando de reojo descubriendo que me miraba también, apartaba la
mirada de él hacia otro lado intentando no sonrojarme, ni siquiera
ninguno de los dos había dejado la mano del otro es más él la
apretaba como para asegurarse de que seguía allí y luego lo
aflojaba como si me dijera que me podía ir si quería pero le
devolvía el apretón sin saber muy bien el motivo.
“Mi
nombre es Michael”, murmuró parando por lo que también lo hice y
nos quedamos mirando, él esperaba que hablara pero se me había ido
el santo al cielo con mirar sus ojos. “Johan…”, logré
responder con algo de dificultad, sonrió y se giró a lo que me
pareció que era una puerta; ya habíamos llegado y ni me di cuenta.
Me había dejado la mano para abrir mejor la puerta, haciendo que por
unos momentos me sintiera desprotegido del mundo.
Al girarse
de nuevo hacia mi vi que parecía preocupado y me tomo de nuevo la
mano suspirando y cerrando los ojos. ¿Qué había sido aquello?
¿También necesitaba mi presencia o qué? Entre después de él que
se quedó aguantando la puerta dejando mi mano de nuevo. Me quede
mirando el rellano de espaldas a él pero lo note moverse detrás de
mí hasta que me abrazó por la espalda. Mi cuerpo se tensó en un
segundo y apretando los dientes, pero mi cuerpo se aflojó al notar
unas caricias suaves en mi vientre, ladee la cabeza para verle, tenía
los ojos cerrados pero con una sonrisa cálida. Hacía tiempo que
nadie me sonreía así, ningún chico, ni tan solo Nox cuando fuimos
pareja.
Abrió los
ojos de golpe a la vez que se apartaba de mí, cerré los ojos un
poco aliviado por aquello pero a los pocos segundos lo necesité de
nuevo cerca. “Bien es en la segunda planta, vamos.” Me tomo la
mano y pronto me puse a seguirle sin decir de nuevo nada. Me
preguntaba en qué estaría pensando al abrazarme. Comenzaba a
preguntarme qué me esperaría al cruzar la puerta de su apartamento;
¿más abrazos? ¿Besos?... Tenía que dejar de divagar en esas
cosas, pero en el fondo quería que de verdad lo hiciera. Pero no
esperaba que fuera ese chico que un día dijo Hela que llegaría a
mí, ese chico salvaje necesitaba a alguien a su altura, no alguien
como yo que no salía de su casa y que hablaba con una estatua que
era su padre.
Lamí mis
labios sin darme cuenta mientras miraba su trasero fijamente,
aquellos pantalones eran demasiado ajustados como para no llamar la
atención de uno. Cuando llegamos volvió a abrir la puerta entrando
primero, pasé sin decir nada, lo justo para que pudiera cerrar la
puerta, quedando de nuevo de espaldas.
Me quité el
abrigo dejándolo en el perchero que había allí junto con el
paraguas, me giré y lo sorprendí mirando también mi trasero.
Sonreí levemente sin saber que más hacer, seguía con aquella
mirada salvaje, tal vez necesitaba que lo domesticaran un poco.
:Q Yaoi!! *-* waaa ya me gusta mas *cara de perve*
ResponderEliminarAtte. Raziel.